
La música es uno de esos ámbitos donde las emociones prevalecen sobre la razón. Es perfectamente lógico: la melodía entra por los oídos pero llega al corazón o a las tripas. Y ahí está el juez que decide si nos gusta o no lo que estamos oyendo. ¿Conclusión científica?: terminamos siempre decidiendo con la panza o el corazón ;)
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